Érase que se era un grupo de mujeres, hombres y niños que
marcharon expectantes a celebrar la nochevieja un año más.
El recorrido que hicieron era nuevo para esta celebración,
pasaron pueblos, cruces, rotondas y hasta una pista forestal estrecha, tan estrecha
que sólo cabía un coche cada vez.
¿dónde vamos? ¿cuándo
llegamos? ¿está muy lejos?...
Todas las preguntas quedaron gratamente respondidas al
avistar la aldea de ruralización, Puy de Cinca.
Unas construcciones con muy buen aspecto nos recibieron. Las personas que estaban trabajando en ese
lugar, igualmente nos acogieron con amabilidad facilitándonos el acomodo en las
instalaciones.
Lo queríamos ver todo, subir, bajar, asomarnos, entrar,
salir…
Y todo nos pareció estupendo.
Descargamos la furgoneta de José Luis dejando todo en las cámaras y
comimos de alforja, tal y como se había quedado.
Después de instalarnos, a adornar la sala-comedor. Quedó preciosa. Los cocineros, comandados por Pedro y con la
generosa ayuda de los responsables del albergue, prepararon el asado de
ternasco en un antiguo horno de piedra.
Y llegaron las campanadas, Lucas se encargó del “reloj” que
puntualmente tocó las 12, se desbordó la alegría, el cava, la sidra, los besos,
abrazos, risas, bailes, alguna lágrima emocionada… y la música, que no pare la
música…
¿actuaciones? Pues claro, Ana no dejó nada al azar, todo atado y bien atado, Rodolfo nos guió por la senda del divertimento, imitaciones, bailes, canciones, chistes y parodias no faltaron. Los jóvenes, como siempre, pusieron su ingenio y ¡cómo no!, su juventud… y cómo no, la música, otra vez la música que nos hizo bailar, rodar, saltar, dar vueltas, hacer cadenetas…
¿Que cómo quedó el ternasco?
Pues quedar, lo que se dice quedar, no quedaron ni los huesos y aún nos
estamos chupando los dedos. Eso y el
pastel del cumple de Estrella, que estaba mmmm, riqúsimo
¿Los disfraces? Para
todos los gustos, elegantes, divertidos, originales, imaginativos, en fin,
personajes notables de todo tipo y pelaje.
Por la mañana, al dia siguiente, hubo excursión, y por la
tarde, paseo, y por la noche juegos, y así al dia siguiente. Algunos ya tuvieron que salir a Zaragoza
antes de comer.
La comida? Pues qué
decir, rica, rica y abundante, aún nos repartimos fruta, verdura, pan, leche…
La recogida del albergue, rápida y ordenada, con gran
colaboración por parte de todos. La
vuelta creo que bien, sin nada especial que reseñar.
¿Algún incidente? Pues
claro, éramos muchos y es difícil que todo, todo sea perfecto, pero en la
balanza final, pesa más lo positivo que cualquier otra cosa.
¿y? pues
esperando la próxima para seguir disfrutando de la amistad, de las gentes, de
los paisajes y de todo lo que tenemos a nuestro alcance, que es mucho...
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